lunes, 6 de octubre de 2014

Grandes bandas sonoras de filmes que nadie vio


The Beatles

‘Help’ (1965) y ‘Magical Mystery Tour’ (1967)



Hablamos del mayor grupo del mundo y de la década prodigiosa. Todo lo que se pudiera pensar o proponer era sinónimo de cambio e historia. Y así pensó Paul McCartney luego del atracón de elogios que había cosechado con sus amigos en la laureada ‘A Hard’s Days Night’. Así que, ¿por qué no repetir director, meterle color a la cosa y volver a hacer las payasadas esperadas? Para entonces no estaba difícil complacer los antojos de estos reyes Midas de la contracultura: la película se armó, se hizo y se estrenó. La gente claro que fue, pero el regusto no fue como para recordarla.

Además de contar con pésimas actuaciones, la trama era una parida comparable con una historia salida de una práctica estudiantil de Comunicación Social: Ringo tiene un anillo, que nunca dicen de dónde salió, y que es necesario para que una secta haga sacrificios y quién sabe qué más. De allí en adelante, persecuciones, videos antes del videoclip y temazos como ‘Help’, ‘Ticket To Ride’, ‘You’re Going To Lose That Girl’ o ‘You’ve Got to Hide Your Love Away’ adornan la pantalla y estremecen el oído del escucha.

Para muchos esta banda sonora representó el primer momento de cambio de los Beatles, esa etapa liminar que estaría entre la propuesta de despachadores de temas pegajosos y la experimentación sin más.

En el caso de ‘Magical Mystery Tour’, McCartney otra vez con su bombillo sobre la cabeza. No escarmentó nada con el traspiés de ‘Help’, y supuso que una tercera película podría hacer el milagro de enderezar el legado fílmico de los Beatles. En esta ocasión su mirada estuvo puesta en la televisión. La nueva parida iba a ser vista en la caja chica, bajo barridos y rayos catódicos. Otra vez iba a usar a Ringo para armar su delirio argumental.

Con un salvedad, eso sí: poco guión para elaborar todo el plot, puesto que se iba a contar con un autobús lleno de actores y cámaras encendidas en todo lo que durara el experimento para atrapar las mejores improvisaciones que se hicieran sobre la marcha.

Ya sabes, en esa época hippie de drogas recreativas esas ocurrencias eran tan tomadas en cuenta como la lectura del talmud en una sinagoga. Los jóvenes mandaban, tenían las ideas frescas y la cabeza a ratos frita. Como de esperar el viaje fue de pirados. No pasó absolutamente nada. Chiste sosos, momentos prescindibles y dinero gastado a lo bobo. De fondo un autobús que iba sin rumbo y sin gracia.

El resultado fue un fracaso, quizás el primero artístico en la carrera de este grupo soberbio y la crítica arremetió sin contemplaciones. Es de imaginarse la cara de los otros tres integrantes con McCartney.

Una cosa es cierta: a nadie le queda la menor duda de la calidad de cada uno de los surcos del disco (I Am the Walrus, The Fool on the Hill, Penny Lane, All You Need is Love y Strawberry Fields Forever, mediante).

Sólo por recato a la moral no pondremos Let It Be, la última ocurrencia de McCartney: un documental que mostrara cómo se facturaba un disco de los Beatles y un largometraje del diablo con otra buena banda sonora.

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