miércoles, 14 de mayo de 2014

Cuando todos querían ser un 'beatle'

Fue sonar el 'Twist and shout' de los Beatles... y ya todos querían ser como ellos. No tenían estudios de guitarra, pero la tocaban. No sabían muy bien cómo iba aquello de la batería, pero siempre había algún valiente que lo intentaba. Dejarse el pelo largo y colocarse un jersey de cuello vuelto negro era el mayor signo de rebeldía en unos años en los que levantar la cabeza no estaba bien visto. Y no eran pocos los que lo hacían en Málaga. En los años 60, 130 «conjuntos músico vocales» -lo de grupos y bandas aún no se había inventado- se atrevían con unas melodías que nada tenían que ver con el flamenco y la copla dominantes. Allí estaban Los Kramp's, Los Platinos, Los Gritos, Los Barones, Los Íberos, Los Jones, los Royal Club... Después vendrían la mili, el final de carrera, la paternidad, el trabajo de ocho a tres... y todos esos grupos desaparecieron. Pero no se olvidaron. Miembros de esas históricas bandas se citan una vez al mes en el restaurante Los Arcos para recordar aquellos maravillosos años y, sobre todo, cantar.
Hace un año Francisco Ropero, más conocido como Paco-Paco y autor de la famosa rumba 'Taka-Takatá', logró reunir a sus antiguos compañeros de Los Kramp's: Juan Luis Ramos, José Luis Campos y Guillermo Carretero. Cada nuevo encuentro que convocaba, se sumaba otro viejo amigo de los de entonces -entre ellos el otro exKramp's Pepe Guerrero- y ahora, depende del día, ya rozan la veintena. Entre 'Un sorbito de champán' y 'Los ojos de la española', reviven las anécdotas pasadas y se cuentan su día a día. Ya peinan canas, muchos se han jubilado y los que no, están a punto; pero mantienen intacta sus ganas de música. Tanto que preparan su regreso a los escenarios.
Pronto abrirán una página web que han llamado Musiqueando. Hablarán de otros tiempos, pero también del futuro. La idea, como cuenta Paco-Paco, es organizar conciertos con el objetivo de recaudar fondos para asociaciones y organizaciones benéficas. Y de paso, recuperar esa adrenalina del directo. «Si hay que volver yo estoy preparado», asegura Antonio Rueda, que pasó por Los Gritos -pioneros del fenómeno fan en España y ganadores en 1968 del Festival de Benidorm con 'La vida sigue igual', de Julio Iglesias-, Los Barones y Los Íberos. Con algunos de los miembros de esa última banda toca todas las semanas por afición. «Sigo dedicado a la música... en frío», declara. Los Beatles, Los Brincos, el Dúo Dinámico, Adriano Celentano y muchos otros forman parte del repertorio que rescatan del baúl de los recuerdos. «Las canciones de los 60 son los cimientos de lo que hay hoy. Fue una revolución, hasta entonces todo era folclórico», cuenta Campos. Y entonces llegaron ellos versionando a esos grupos de moda que triunfaban en Madrid, en Londres y en Nueva York.
Demanda en la Costa
«Había un movimiento enorme porque había mucha demanda en la Costa. Cada hotel mantenía dos orquestas, un pianista y un grupo flamenco», recuerda Luis Góngora, de Los Platinos. Hasta 1.500 pesetas ganaba su conjunto músico vocal por una noche, mucho más de lo que veía su padre por una jornada laboral completa. Al acabar la actuación, corría para coger el Portillo de las 2.30 horas -no había otro hasta las 07.00-, como hacían todos los que trabajaban en los escenarios del litoral. «Yo pensaba: el día que se estrelle el Portillo de las 2.30 horas se acaba el arte en Málaga», rememora entre risas.
Hasta tres veces por semana tenía actuación José Víctor Otero con Los Jones y Royal Group, donde empezó a cantar el mítico Rockberto. «Y ya en verano, entre la feria y los hoteles, tocábamos casi todos los días», apunta Otero. En 25 grupos «como mínimo» estuvo Miguel Paniza; entre otros Los Barones junto a Paco-Paco y Antonio Rueda. «Hoy día la diferencia de sonido es un abismo. ¡Trabajábamos con nada!», exclama.
«Somos roqueros pero estamos abierto a todo», aseguran. De hecho, entre sus filas cuentan con dos destacados miembros de la Cuarentuna Universitaria de Marbella, el tenor Fernando Agredano y el músico Juan García 'El largo', siempre con su laud en la mano preparado para tocar la siguiente melodía. «El caso es pasar el rato y recordar esos años que ya no van a volver», indica Agredano. «Es encantador encontrarte con viejos amigos», dice El Largo.
El grupo crece con compañeros de toda la vida, como el percusionista Paco Luna, y fans, como Jesús Antonio Ropero, que se confiesa un «músico frustrado». «Como no podía subirme al escenario les acompañaba siempre», admite. Uno más de ellos es ya Santiago Domínguez, el chef de Los Arcos, «el que nos soporta» y prepara cada jueves de reunión los riñones al Jerez. «Se lo pasan muy bien, y nosotros disfrutamos también», asegura. Unos vienen... y otros se van. Se emocionan al hablar de Miguel Alberca, fallecido hace poco más de un mes. «Fue el primero que me dejó una guitarra eléctrica», rememora Otero. Eran competencia pero no eran rivales. Entre todos había un clima de amistad y de alegría que hoy, cuarenta años después, sigue vivo.

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