El día antes de San Valentín marca el 50 aniversario de la conexión de Miami con un fenómeno cultural que revolucionó al mundo. Hace medio siglo, John, Paul, George y Ringo aterrizaron en Miami para una presentación en el show de Ed Sullivan (que se filmó en el hotel Deauville, en Miami Beach). Los Fabulosos Cuatro, como se les conoció rápidamente, pasaron ocho días en Miami, fascinados por el sol, las hermosas jóvenes en bikini y la tangible sensación del carácter impredecible que permea a la Ciudad Mágica.
Estados Unidos todavía disfrutaba la abundancia posterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque otro conflicto militar ya hervía en el Sudeste Asiático. Muchos recuerdan el principio de la década de 1960 como el alba del giro cultural y político que dio la década. Los célebres chicos británicos captaron el interés del público norteamericano. La música de los Beatles era simple y sincera, la misma fórmula que había catapultado a Elvis Presley a la prominencia casi diez años antes.
En febrero de 1964, los Beatles se presentaron en el show de Ed Sullivan tres domingos consecutivos. La segunda de las tres presentaciones fue aquí en Miami. Se calculó que el índice de sintonía de los programas fue de más de 70 millones por show. La beatlemanía había capturado instantáneamente la atención de Estados Unidos.
Esta semana hablé sobre los chicos de Liverpool con Joe Johnson, desde hace tiempo una figura conocida en las ondas radiales de Miami (actualmente la personalidad del mediodía en Majic 102.7) y presentador del programa de radio Beatle Brunch, sindicado a nivel nacional.
“Yo era un niño en 1964, cuando la beatlemanía llegó a Miami”, relató Johnson. Tenía hermanas mayores que ya estaban hipnotizadas y toda la familia se reunió alrededor de nuestro único televisor en blanco y negro durante los tres fateful domingos de febrero.
“Los Beatles entraron en nuestras vidas en 1964 y nunca se fueron”.
La música y las experiencias vitales de los Beatles (como grupo y como solistas) reflejaron nuestros propios descubrimientos y la evolución de nuestro pensamiento. La música y el folclore de los Beatles se combinaron con muchas tradiciones e historias de nuestra familia. Para la mayoría de los nacidos en la generación de la posguerra y para los que nacimos poco después, los Beatles son la banda sonora de nuestras vidas.
A principios de la década de 1970, se lanzaron los álbumes con los grandes éxitos de los Beatles. Su incomparable obra de seis años se dividió cronológicamente en dos discos dobles, que ocuparon un lugar en las colecciones de discos de todo el mundo. El álbum rojo tenía sus mejores materiales de 1964 a 1966, y la ilustración de la cubierta es una pintura de los chicos con sus cerquillos, bien afeitados y vestidos con elegancia. El álbum azul abarca el período más psicodélico entre 1967 y 1970. La ilustración de la cubierta muestra a un cuarteto con pelo largo, barba y bigote y vestuario de hippie.
Mi madre (que era una fanática de los Beatles) y yo solíamos bromear sobre qué tipo de personalidad se inclinaba más por una colección que por la otra. A mi papá lo llamábamos “1964 a 1966” porque pensábamos que era “un cuadrado”. A los que tenían inclinaciones musicales y políticas más parecidas a las nuestras, y que pensábamos que eran más modernos, los clasificábamos de “1967 a 1970”.
Mi encuentro personal con un Beatle tuvo lugar en Miami Beach, aunque 20 años después de la invasión inicial. El 4 de julio de 1984, fui con mis amigos a South Beach (en ese entonces en la primera etapa de lo que llegaría a ser más adelante) para ver los fuegos artificiales y escuchar a los Beach Boys. Para nuestra sorpresa, Ringo Starr estaba sustituyendo a Dennis Wilson, el baterista del grupo, que había fallecido el año anterior. En honor a Ringo, esa noche el repertorio empezó con una favorita de los Beatles, Back in the U.S.S.R. La presencia de Ringo le dio a la actuación un importante sentido histórico. Estábamos frente a leyendas del rock ‘n’ roll, apropiadamente colocadas en el lugar donde todo empezó.
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