Hace 48 años Paul, John, George y Ringo llegaron a Barajas para dar su primer concierto en España. Fue en la plaza de toros de Las Ventas en Madrid —el segundo fue en La Monumental de Barcelona—. Los Beatles venían de Niza, llevaban 22 maletas, 10 guitarras y una batería. “Saludos, amigos”, dijo Paul McCartney en castellano ante las poco más de 200 personas que los esperaban en el aeropuerto. Un policía confundió al bueno de Ringo con un seguidor y, mientras este firmaba un autógrafo, recibió un buen golpe de la policía. El batería no protestó; sabía que España, pese a los primeros síntomas de aperturismo (turismo, la minifalda…), todavía estaba bajo la dictadura de Franco. Los Beatles subieron a un Cadillac, se dirigieron a las tres suites que tenían reservadas en el hotel Fénix, en La Castellana de Madrid y se echaron una siesta.
Estamos en el 1 de julio de 1965. Hace calor. Los Beatles tienen por delante dos conciertos y 65 horas donde el surrealismo carpetovetónico se mezcla con inocente rock de la época: las hermanas Hurtado, el vino de Jerez, Jesús Hermida, Miguel Ríos, bares gay semiclandestinos, extrañas ruedas de prensa y los pantalones que Joan Gaspar, expresidente del F.C. Barcelona, le prestó a John Lennon. Esta es la historia de la fugaz pero intensa visita de los Beatles a España.
Comenzó a las 11.30 horas del día siguiente a su llegada con una rueda de prensa en el hotel ante no más de 100 periodistas. “¿Qué opinas del Cordobés?”, “¿Con qué frecuencia os cortáis el pelo?”… Fueron algunas de las preguntas más interesantes. Por allí estaba el periodista Jesús Hermida —tenía 26 años y trabajaba para el diario Pueblo—, con la intención de provocar una encuentro entre el Cordobés y los músicos para hablar de una supuesta película que protagonizarían los cinco. El encuentro no se produjo y la película, evidentemente, tampoco. Si pudieron conocerlos los periodistas José Luis Álvarez y Roberto Sánchez, de la revista Fonorama, que se colaron, tras sortear al guardaespaldas, en la habitación de los Beatles. Hablaron de la fama, de música de los toros… y George Harrison bromeó sobre las tendencias sexuales de su representante Brian Epstein. Antes los Beatles se habían hecho una foto junto a las barricas de Jerez, que la marca, en una estrategia para competir con el Sherry inglés, había instalado en el hotel como si fuese una réplica de una bodega. La foto se hace junto a las hermanas Hurtado, vestidas de faralaes. “¿Las sevillanas se bailan así?”, preguntó John Lennon. “Nosotras de bailar, ¡ná de ná!”, respondieron ellas.
Esta misma noche había más gente fuera que dentro de la plaza de toros de Las Ventas para el concierto. Las entradas valían entre 75 y 400 pesetas (el salario mínimo oficial era de 60 pesetas).
Francisco Bermúdez, el promotor que trajo a los Beatles a España, programó una larga lista de teloneros: de la Orquesta Florida a Los Pekenikes. A las 22.10 horas los Beatles aparecieron en el escenario, presentados por Torrebruno (“… los fantásticos… los únicos…”, dijo). En 35 minutos, tocaron 12 canciones (Twist and shout, I’m a loser, Cant buy me love, Ticket to ride, I feel fine, Rock and Roll music, de Chuck Berry, y Long tall Sally, de Little Richards, entre otras).
Entre el público, además de Ava Gardner (según dicen), también estaba la periodista Rosa Montero, que entonces tenía 14 años. “Conseguí que mis padres me dieran permiso porque iba acompañada de mi hermano, cinco años mayor. Todavía no sé ni cómo lo conseguí. Menos de Ringo, yo estuve enamorada de todos los Beatles”, reconoce a EL PAÍS. Rosa compró las entradas más baratas. “Estaba arriba del todo. Se escuchaba fatal y se veía muy mal, pero salí de allí tan contenta”. La alegría le duró lo que tardó en entrar al metro de Ventas: “Íbamos todos muy tranquilos y ordenaditos, cuando de pronto nos encontramos una barrera de grises [policía franquista] que se lanzaron sobre nosotros. Yo me quedé quieta y pasaron por mi lado si tocarme, pero recuerdo que me di la vuelta y los vi pegando hostias con las porras dejando tras de sí un reguero de bolsos y zapatos”. Miguel Ríos también estaba allí: “Recuerdo que estaba flotando. Fue un concierto anecdótico porque no estaba llena la plaza, pero el tiempo lo ha reivindicado”, asegura en el documental que TVE preparó en 1995 con motivo del tercer aniversario de su visita a España.
Tras el concierto de Madrid, se pudo ver al mánager Brian Epstein, hecho un pincel, esperando a un amigo, que no aparece, en el hall del hotel. Los dos periodistas de Fonorama se ofrecieron a llevarlo en coche a dar una vuelta. Brian quería ir al Bourbon Street, un pub semiclandestino de ambiente homosexual y ellos, aunque no entraron, allí se lo llevaron. Nadie vio salir a Los Beatles esa noche del hotel.
Es en su llegaba a Barcelona, en la escalerilla del avión, donde los de Liverpool se hicieron la famosa foto con las monteras de torero. Allí se hospedaron en el hotel Avenida Palace, propiedad del padre de Joan Gaspar, expresidente del Barça, y que había conocido meses antes a los Beatles en The Cavern, cuando estudió en Liverpool. Tenía 26 años, y posteriormente, de camino a La Monumental de Barcelona, al darse cuenta que Lennon lleva los pantalones muy arrugados le presta los suyos.
Antes del concierto los Beatles dieron otra surrealista rueda de prensa en el hotel barcelonés. El periodista Alberto Mallofré, que entonces tenía 39 años, trabajaba para La Vanguardia y era de los pocos que sabían inglés. Así que él hizo todas las preguntas: “La prensa nos provoca para que digamos barbaridades”, le reconoce John a Alberto. “Así ganamos todos. Si digo algo sensato no lo destacan los muy jodidos”. El periodista llega minutos después a la redacción del periódico con su entrevistaexclusiva con Lennon. “Esto es un diario serio, por Dios”, le responde su jefe. “Aquí no publicamos tonterías”.
En el concierto de Barcelona hay mucha más gente que en el de Madrid. Unos hablan de 12.000 personas, otros de 18.000. El grupo salió por una puerta donde ponía "toriles". John llevaba un sombrero cordobés. Tocaron exactamente el mismo repertorio de canciones. El concierto de Barcelona era el fin de gira del grupo por Europa. Y esa noche lo celebraron. Pocos saben que hicieron esa noche, pero los rumores fueron muchos: que salieron, que volvieron con chicas al hotel y que estuvieron tocando un arpa. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es lo que un periodista le preguntó a Lennon al llegar al aeropuerto de Londres. ¿No os dio miedo tocar en una plaza de toros? “No”, respondió John, “porque los toros no desafinan”.
LINO PORTELA
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