martes, 9 de julio de 2013

Cuando los Beatles interpretaron a Shakespeare

Haciendo canciones-cápsula de dos minutos no tenían rival, pero actuar no era lo suyo. Cuando los Beatles mantuvieron contacto con las artes visuales, actividad que ejercieron con frecuencia, dejaban de ser la máquinaria más perfecta de hacer pop para ofrecer versiones apayasadas de sí mismos.

Las películas A Hard Day’s Nigth (1964) y Help (1965) —ambas dirigidas por el eficaz mercenario Richard Lester— eran comedias que hacían un escaso favor al genio musical del grupo y convertían a los músicos en ridículos y acelerados mequetrefes y el proyecto Magical Mistery Tour (1967) —resultado de la petulancia de Paul McCartney, que se creyó suficientemente dotado como para ser director de cine— tuvo resultados aún más disparatados…

Otra cuestión es el documental Let It Be (Michael Lindsay-Hogg, 1970), la excepción a tanta birria, pero los herederos y herederas del imperio beatle no dan permiso para la reedición digital, conscientes de que es demasiado real y desmonta la idea de amigos para siempre con la que siguen haciendo medrar la fortuna.

Tampoco hay mucho mérito en la plana actuación de John Lennon en Cómo gané la guerra (Richard Lester, 1967), que rodó en Almería [este vídeo es un montaje de todas las escenas en las que interviene, unos ocho minutos en total y en este otro puede verse la película completa], ni en los cortos en cine que los Beatles lanzaron como apoyo promocional para algunas de sus canciones, por ejemplo Penny Lane —del que circula por Internet una mucho más divertida y menos pomposa versión literal—.

Pero los Beatles parecían capaces de todo y a todo se enfrentaban con las sonrisas bien puestas en la cara lavada de chicos buenos, naturales y encantadores. La caja registradora no admitía tiempos muertos ni negativas. Además de geniales como músicos, eran obedientes y carecían de autocrítica.

En abril de 1964, recién llegados al Reino Unido tras su primer viaje a los EE UU —el de la explosión de la beatlemanía con la actuación para todo el país en el Show de Ed Sullivan—, el grupo no le hizo ascos a interpretar un fragmento de William Shakespeare para televisión. Fue grabado en los Estudios Wembley de Londres y emitido el 6 de mayo por la cadena ITV en el especial de una hora Around The Beatles.

El fragmento que el grupo afronta con una envidiable desvergüenza pertenece a la comedia romántica A Midsummer Night’s Dream (El sueño de una noche de verano), que Shakespeare escribió en torno a 1595. La escena que los Beatles se encargan de convertir en una comparsa de carnaval es la primera del quinto acto, con Lennon interpretando el personaje femenino de Tisbe (“elegí el personaje con el vestuario más estúpido, como siempre”), McCartney es su pretendiente Píramo, George Harrison hace de Moonshine y Ringo Starr de León. La historia de amor imposible de Tisbe y Píramo, robada por el dramaturgo inglés a Ovidio, fue la inspiración posterior de Shakespeare para Romeo y Julieta.

Pese a la necesaria benevolencia —han pasado casi 50 años—, la visión produce vergüenza ajena. Mucho más saludable, como compensación, es la versión shakesperiana de la letra beatle de la canción A Hard Day’s Nigth, desnudada para que quede constancia de su fruslería e interpretada por el actor Peter Sellers.
Ánxel Grove

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