martes, 26 de noviembre de 2013

Homo Beatle

¿De verdad, en serio, es necesario, tiene sentido, vale la pena, corresponde, es pertinente?, se pregunta Rodríguez. En una mano tiene el flamante On Air – Live at the BBC Volume 2 y en la otra veinticinco euros. Y se repregunta: ¿Realmente es imperioso, imprescindible, vital el escuchar otra versión de “Do You Want to Know a Secret” junto a más versiones de canciones que ya escucharon tantas veces trufadas con fragmentos de audio radial en los que John & Paul & George & Ringo dicen sus gracias con ese más gracioso aún acento norteño y provinciano? Porque después de todo, ¿cuánto escuchó la primera entrega de todo esto, On Air – Live at the BBC Volume 1 desde 1994 cuando, como prisionero de una fiebre, corrió para ser el primero en comprarlo? ¿Una vez? ¿Media? Cuando salió el primer volumen extraído a las bóvedas en apariencia sin fondo de la BBC, Rodríguez era aún un niño. Tenía poco más de treinta años, lo quería todo con esa voracidad infantil. Y, además, The Beatles lo conectaban directamente –lo siguen conectando, ahora, en su adolescencia cincuentona– con su propia niñez y con la de ellos. Porque Rodríguez y The Beatles habían empezado juntos. Así que otra vez, de nuevo, allá van él y ellos, rumbo a las cajas registradoras por la que también están unidos desde siempre (el dinero que sale de los bolsillos de Rodríguez y va a dar a las enormes cajas fuertes de dos sobrevivientes y de dos viudas y de una discográfica) y come together y all together now.
DOS Pero, from them to you, los que giran y gritan en On Air – Live at the BBC Volume 2 (sí: otra versión de “Twist and Shout” aquí) son los primeros Beatles nómadas. Los Beatles entre 1962 y 1965 conquistando al mundo en vivo y en directo como incendiarios chicos populares y en llamas, pero ya listos para mutar a inflamables sedentarios de Abbey Road y estudiosos jóvenes y flamígeros vanguardistas pop antes de alcanzar la combustión espontánea en los tejados de Apple y dejar de ser.
La otra noche, Rodríguez escuchó en uno de los muchos documentales que se emitieron sobre el medio siglo del magnicidio de JFK que, para los norteamericanos, la llegada de estos cuatro ingleses a principios de 1964, pocos meses después de Dallas, cantándoles que ella los amaba y que había que coger su mano, significó el fin del duelo y la entrega a una euforia jamás experimentada. Es posible: una luz y un sonido recorrió el mundo y, de haber sido realmente así, Rodríguez se pregunta cómo es que entre todas las teorías conspirativas, a nadie se le ocurrió acusar al manager del cuarteto, Brian Epstein, de encargar el asesinato de un presidente para así coronar a sus protegidos como reyes del universo. De una cosa sí está seguro Rodríguez: la música de The Beatles hace bien, siempre le hizo bien, es música bien hecha que sobrevivirá a él y a los Beatles que van quedando.
TRES De ahí también esa particular sensibilidad de Rodríguez a lo beatlesco. A que se quede despierto hasta muy tarde para ver un encantador documental sobre Freda Kelly, la discreta y dedicada secretaria de los chicos (ser secretaria de The Beatles a lo largo de toda su existencia, pensó Rodríguez, era el equivalente no-ficción a ser secretaria de ese otro salvador del Imperio, James Bond, sólo que multiplicado por cuatro). O a que vaya a ver (aprovechando la rebaja de entradas) la muy buena y entrañable nueva road-movie de David Trueba: se titula Vivir es fácil con los ojos cerrados (a partir de ese verso de “Strawberry Fields Forever”, canción que el Beatle comenzó a componer entre calores ibéricos) y recrea la true story y épica privada de un maestro de inglés español quien, en 1966, enterado de que John Le-nnon andaba por Almería filmando con Richard Lester, sale en su búsqueda para pedirle que le transcriba las letras de las canciones de su banda (algunas palabras se le escapan al buen hombre) para, con ellas, enseñarles el idioma a sus alumnos adolescentes. Lennon no sólo cumple sino que exige que el diseño para el inminente Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band llevase música pero, también, por primera vez, letras en sus espaldas. Rodríguez salió de allí feliz y pasó por una librería y cómo podía resistirse a gastar y ganar algo más en la magnum-opus biográfica del especialista Mark Lewisohn, quien acaba de publicar el excelente y acaso definitivo pero, seguro, nunca último The Beatles: All These Years Vol. 1 / Tune In: más de mil páginas para el primer volumen de una/otra trilogía (hay edición especial con un plus de setecientas páginas al poco amable precio de 120 libras esterlinas) que, por ahora, apenas, apenas, llega hasta 1962 y se detiene en los primeros tracks de On Air – Live at the BBC Volume 2. La misma historia de siempre, sí; pero ahora revisitada como con el más telescópico de los microscopios. Atemporal gesta clásica que –como ocurre con los cuentos infantiles– podemos escuchar y que nos lean o leer un millón de veces. Liverpool, Hamburgo, Londres, el infinito y más allá. Lo último que “escuchamos” en el libro es a John, haciendo memoria desde 1980, semanas antes de ser kennedyzado diciendo: “Eramos el mejor jodido grupo del maldito planeta... Era sólo cuestión de tiempo para que todos los demás se diesen cuenta de ello”.
CUATRO ¿Pensará Mariano “The Fool on the Hill” Rajoy que “es el mejor jodido jefe de gobierno del planeta” y que es “sólo cuestión de tiempo que todos los demás se diesen cuenta de ello”? De ser así, ya van dos años de su Ob-La-Di, Ob-La-Da. Y en lo único que se parece este Bad One (que no habla inglés) a los Fab Four (que alguna vez tocaron y no llenaron plaza de toros madrileña y fueron acusados de “melenudos” por los noticieros franquistas de la época) es en cantarles a la luz interior al final del túnel, a la unión de los incondicionales suyos, a sus inminentes “regularización de huelgas” y “ley de seguridad” (contra nuevos melenudos), al todo lo que necesitas es amor con una ayudita de mis amigos blue meanies de Bruselas y del FMI. El nowhere man (porque cuesta encontrarlo frente a micrófonos y cámaras) Rajoy apareció en inesperada entrevista. Allí, por una vez sin leerlo, se mostró tan fiel a su banda (incluso los Beatles, en el principio, eyectaron a Pete Best –¿habrá algo más terrible y worst que ser Pete Best?– y se dice que, en el final, el torvo George Harrison propuso separación y volver a juntarse pero sin Paul McCartney) para avisar que no piensa cambiar a ningún miembro de su tribu ministerial antes de las fiestas (Feliz Navidad para todos) y tal vez nunca jamás (Prósperos Dos Años Nuevos) y a insinuar próximos recortes pero “no tan importantes”. Lo que ya saben que significa: el dinero no puede comprarte amor, pero –incluida, sí, de nuevo, en On Air – Live at the BBC Volume 2– “Money (That’s What I Want)”.
En lo que hace a la pregunta del principio –mejor gastar tu dinero en el impuesto del taxman beatle de siempre antes que en cualquier nueva (in)ocurrencia del (im)popular– responder con otra canción beatle: “Yes It Is”.
Por Rodrigo Fresán

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