Cuando Mary McCartney y sus tres hermanos eran pequeños e iban de vacaciones a la granja de la familia en Escocia, su padre emprendía la tarea de enseñarles todo sobre los alimentos que salían de la tierra.
“Papá solía recoger un nabo, partirlo a la mitad y decir: ‘Prueben este nabo, es tan dulce’”, recuerda mientras quema rebanadas de berenjena en la sartén. “Nosotros solo le decíamos: ‘Sí, papá, como quieras’. Solo nos burlábamos de él”.
Quizá haya consuelo en saber que ni los más famosos del planeta –su padre integró la banda de Liverpool, conocida como The Beatles– se escapan de las burlas de sus descendientes.
Y para los padres a los que les preocupa que los momentos aprovechables para enseñar van y vienen sin que nadie preste atención, quizá resulte tranquilizador enterarse de que, al final, sí se asimiló la clase sobre los nabos escoceses que dio Paul McCartney.
De hecho, dijo Mary McCartney, “ahora, nosotros mismos hemos recapacitado sobre eso”. Como su padre y su madre, Linda, Mary McCartney es vegetariana fiel. Igual, sus hermanos: Stella, diseñadora de modas; James, músico, y Heather, artista. Su primer libro de cocina, con un título bastante directo y revelador, Food, acaba de salir a la venta en Estados Unidos.
Para el clan McCartney, al parecer, nunca hubo una categoría segregada de “comida vegetariana”. Después de que Paul y Linda experimentaron un par de epifanías en los años 70 (incluida una que implicaba “a un camión enorme con un montón de pollos enjaulados”, contó Mary McCartney), simplemente, vegetariano era la forma en la que comía la familia.
Las recetas de Food reflejan la crianza de McCartney, así como la forma en la que tiende a cocinar ahora para su prole en Londres. Ella, una fotógrafa consumada, tiene cuatro hijos: dos con su esposo, el cineasta Simon Aboud, y dos de un matrimonio anterior con Alistair Donald, un director y productor de televisión.
Hasta donde sabe, sus hijos también son vegetarianos. “Por el momento, lo están disfrutando”, dijo. “No es algo impuesto”. Aunque sus recetas para platillos como la minestrone, la tarta veraniega de espárragos, el pastel de helado Celebración y el queso de coliflor nunca llevan carne, no necesariamente se hacen a un lado los huevos, mantequilla, azúcar o queso.
En la cocina, a Mary McCartney, de 43 años, se la percibe como una cocinera encantadoramente platicadora, aunque espontáneamente atolondrada. Y es que al momento de cocinar ella sucumbe ante la improvisación y casi nunca toma nota de lo que hace. Entre sus recetas se cuentan, además, los rollos de berenjena rellenos de espinacas, piñones y chedar intenso.
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