viernes, 5 de abril de 2013

Cuarenta años de The Dark Side of the Moon

Millones de personas han vivido felices sin saber que el rock and roll es un invento de los músicos negros, que fue arrebatado, comercializado y glorificado por blancos que, incluso, crearon para Elvis el título ‘Rey del Rock and Roll’. Varias generaciones han pasado por alto el impacto que tuvieron The Beatles en la música y sus más diversas ramificaciones artísticas (literatura, pintura, diseño). Que se tenga conocimiento, a nadie le ha afectado desconocer que fue Bob Dylan quien le imprimió una nueva dimensión literaria, desde el folk, a las canciones de rock. 

La furia, rebeldía ensayada y poses de niños malos de los Rolling Stones, poco afectan al ciudadano común. Para muchos es un secreto que desde los sesenta, el rock ya se empezaba a interesar en la música académica. Poco interesa al gerente de banco, contador y "hacedor" de dinero que la invención de Robert Moog le abrió las puertas de la imaginación a miles de músicos que a veces se sentían limitados por los instrumentos tradicionales. 

Muchos quieren ignorar que drogas de diseño como el LSD crearon universos sonoros paralelos que fueron habitados e inspiradores (y a veces su camino a la locura) de nuevas formas de comprensión y relación con la naturaleza, con los demás seres vivos. A cientos de miles de ingenieros, arquitectos y constructores les tiene sin cuidado que, desde finales de los sesenta, el rock que se hizo en Alemania tomó elementos de maestros como Karlheinz Stockhausen y dio a luz una música etérea, fascinante, que iba directo al lugar donde están alojados los sueños (LSD acústico, según las palabras de Edgar Froese ). 

Se puede avanzar en la vida sin haber escuchado esa fusión perfecta de rock y música clásica que plantearon los ingleses Emerson, Lake & Palmer, las colecciones debut de Genesis o Yes. Sin embargo, me atrevo a asegurar que la vida de todos sería muy distinta si, alguna vez, una sola vez, nos sumergiéramos en las profundas entrañas de The Dark Side of The Moon de Pink Floyd; en sus intrincados pasajes atmosféricos; en sus múltiples y refinadas capas de sonido que se superponen y complementan. Una vez, una sola vez, quizás sea suficiente para entender que este disco editado el primero de marzo de 1973 es resumen y visión de futuro.

JAVIER RODRÍGUEZ

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