“No te preocupes, Kyoko, mami solo está buscando su mano en la nieve”. ¿Has oído esa canción? John Lennon la publicó como la cara B del single “Cold Turkey” en 1969. Y aunque para muchos no eran más que un montón de alaridos de Yoko Ono al ritmo de los riffs de guitarra tocados por Lennon y Eric Clapton, las dos frases allí cantadas (con desgarradora intensidad) eran un retrato de uno de los momentos más dolorosos en la vida de Yoko.
En 1963, tras separarse de su primer esposo (el músico de vanguardiaToshi Ichiyanagi) y pasar una temporada en una clínica japonesa por intentar suicidarse, Yoko Ono conoció a Anthony Cox, un productor de cine que se convertiría en su segundo marido.
Aunque la relación no atravesaba por una buena etapa (anularon su matrimonio en marzo de 1963 para volverse a casar en junio de ese mismo año), Yoko quedó embarazada. Así, en el mes de agosto nació una niña a la que nombraron Kyoko Chan Cox.
Pese a la llegada de la pequeña, Ono y Cox no lograban congeniar. En 1966, cuando Yoko conoció a John Lennon en una galería londinense, la situación se tornó más tensa. Finalmente, en febrero de 1969, Anthony Cox y Yoko Ono se divorciaron, pues esta última ya había oficializado su romance con Lennon (quien, a su vez, se había divorciado de Cynthia, su primera esposa). La batalla por la custodia de Kyoko era inminente.
Aunque la pequeña llegó a vivir un tiempo con su madre y John Lennon, ya de adulta esta ha confesado que eligió quedarse con su padre por el constante asedio de los medios: “Recuerdo que cuando era niña, debía esperar horas acostada en el asiento posterior del auto y cuando acababa mi curso de danza, tenía que salir por la puerta trasera”, relató Kyoko en “The Real Yoko Ono”, un documental de Ursula MacFarlane difundido en el 2001 por la cadena ABC.
Y aunque Yoko aceptó que sea Anthony quien cuide a la pequeña, grande fue su sorpresa cuando este, convertido al culto religioso de The Church of the Living Word, optó por llevársela a un destino desconocido (luego se supo que era una escuela de Los Ángeles) con otro nombre (luego se supo que la rebautizó como Rosemary).
Yoko Ono no pudo ver a su hija por más de dos décadas. En una reciente entrevista con The Sunday Telegraph, Ono describió lo traumática que le resultó esta situación: “Fue muy duro. Yo la recordaba como una niñita y vivía comprándole pequeños suéteres de cachemir que se apilaban en mi vestidor hasta que un día alguien me dijo: ‘¿No entiendes que ella ya tiene 26 años y debe estar tan alta como tú (…) Ella sabía que yo era su madre, pero amaba mucho a su padre y él le había advertido que si me buscaba nunca más volvería a verlo”.
¿Se reencontraron alguna vez Yoko y su hija? Sí, cuando esta última cumplió 31 años, se casó y estaba a la espera de su primera hija, su esposo le explicó que la niña le preguntaría por su abuela, así que era mejor prevenir la situación. Kyoko contactó con su madre y retomaron una relación que, hasta la fecha –según han descrito ambas-, no logra concretarse en lo idealizado.
El Comercio Perú
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