lunes, 20 de julio de 2015

MoMA reconoce el rol pionero de Yoko Ono en el arte

Tres años después de que Paul McCartney dijera que Yoko Ono no fue la causante de la división de los Beatles, el museo neoyorquino exhibe la primera antología de la artista con la emblemática obra de los años 60 y 70, "demostrando su rol pionero en el arte". Reeditan su libro clave "Grapefruit", y reviven acciones que hizo con Warhol, Rauschenberg, Bob Dylan, Jack Nicholson y el propio Lennon. 


La inédita y desafiante exposición del Museo de Arte Moderno de Nueva York se inicia con los míticos eventos y acciones de arte que hacía Yoko Ono en su loft ubicado en el número 112 de Chambers Street, en el centro de Manhattan. Corrían los años 1960 y 1961 y estaba casada con el compositor Toshi Ichiyanagi. La artista japonesa recibía en ese espacio -con un gran piano al medio- a creadores como Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Jasper Johns, la galerista Peggy Guggenheim, Bob Dylan y el propio John Lennon. Tenía ese espacio para presentar nuevas ideas y música, en un ambiente dominado por las performances , que "irradiaba una atmósfera vibrante", más que ningún otro lugar en Nueva York.

El arquitecto y galerista George Maciunas acudió allí y la invitó a conformar el Grupo Fluxus, en el que se transformará en una de las protagonistas. Luego, ya con John Lennon, publica su poético y clave libro "Grapefruit", que se adelanta a su tiempo y a sus obras.

No obstante esos decisivos inicios en la vanguardia de Estados Unidos y Japón no le valieron ni una sola invitación a exhibir en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Es más: una de las performances famosas de Yoko -que revive ahora en esta antología- fue una invitación que hizo a una muestra imaginaria en el MoMA, en 1971. Los invitados al llegar al museo se encontraron con que no existía. Era solo imaginada.

Hoy, después de más 40 años de esa acción de arte, el museo le dedica una gran antología, titulada "Yoko Ono: One Woman Show, 1960-1971", una de las más visitadas muestras de la temporada neoyorquina. "Examinamos aquí los comienzos de la carrera de la artista demostrando su rol pionero en las artes visuales, performances y música vanguardista en esas décadas decisivas", afirma la curatoría del museo.

Lo hacen, además, en un muy buen momento, después que Paul McCartney reconoció que Yoko Ono no fue la causa de la separación de los Beatles. Lo dijo a la revista Rolling Stone, en 2012, recordando que cuando apareció la artista japonesa, los Beatles estaban ya a punto de dividirse y que Yoko no encarna la terrible leyenda urbana que se tejió sobre ella. "No podría culparla de nada. Y la atracción para Lennon fue su lado vanguardista, su manera de ver las cosas", dijo.

Pero la creencia sobre su mala influencia -por más de 50 años- le valió la condena de millones de seguidores de la excepcional banda británica, y omisiones de su trabajo en el arte que abarca poesía, música, cine, pintura de vanguardia y particularmente que se traducen en performances e instalaciones. Lo que revive el museo, al exhibir más de 130 piezas claves de los años 60 y 70.

De la alta cultura japonesa

Las vanguardistas y singulares incursiones de Yoko Ono en el arte tienen también una base -además de su talento e inquietudes- en su sólida formación cultural que viene de su infancia, mucho antes de esos años 50 y luego 60, de cuando más se le recuerda, junto a Lennon.

Los orígenes de Yoko provienen de una familia de alta alcurnia y cultura de Japón. Hija de un banquero y de una pianista clásica de ese país, los bisabuelos paternos de Yoko eran del clan Yasuda y Zaibatsu pertenecientes a una larga línea de guerreros samuráis.

Yoko asistió a clases de piano, composición y canto lírico desde los cuatro años. Estudió en una de las más exclusivas escuelas católicas de Japón, siendo compañera de curso del entonces príncipe Akihito, emperador del Japón.

Pero también vivió la Segunda Guerra Mundial: le tocó permanecer en un búnker especial para su familia en el distrito de Azabu en Tokio. Y cuando los bombardeos aliados irrumpieron más fuerte en los cielos de Tokio, huyeron hacia la montaña Karuizawa. Fueron tiempos muy duros con su familia en el que se vieron obligados a pedir comida, mientras trasladaban sus escasas pertenencias en una carretilla. Yoko ha contado que de allí le viene el haber desarrollado una actitud agresiva y una personalidad independiente y rebelde. De esos años en que los niños también se burlaban de ella por ser de la aristocracia nipona.

Finalizada la guerra, al volver en 1946 a Tokio, su colegio fue reabierto y en 1951 ingresó a estudiar Filosofía en la Universidad de Gakushin. Fue la primera mujer en acceder allí, aunque después de un año abandonó esos estudios.

Performances emblemáticas

Yoko Ono es reconocida hoy como una de las figuras artísticas más "preeminentes de las últimas seis décadas": pionera en una poesía minimalista, la performance , las instalaciones interactivas, el cine vanguardista, rock experimental, destaca el MoMA. Y antes lo han hecho historiadores del arte, como el influyente autor británico Simon Schama quien señaló que "Yoko Ono es una de las precursoras del arte conceptual. Y su obra la hubiera hecho igual sin Lennon".

Recientes artículos del diario británico The Guardian y de El Mundo, de España, resaltan su aporte y la actual antología y al mismo tiempo lamentan su omisión por años. El Cultural de El Mundo, puntualiza "Yoko Ono ha sido una de las figuras más caricaturizadas y hasta difamada mediante mentiras de su vida privada y de su obra de arte, cuando no ha sido hasta maltratada".

El MoMA reivindica su actuar y revive sus más emblemáticas performances . Se incluyen piezas muy tempranas como "Lighting piece" (1955), en la que ella indica: "Prende un fósforo y mira hasta que se apague" .

Hay ilustrativos registros de las acciones que se hacían en el departamento en Chambers Street. El eximio escultor japonés Isamu Noguchi también participó allí, entre cuyas ideas surgieron performances como "Moviendo montañas", en la que Yoko invita al espectador a sumergirse en bolsas negras y mirar cómo estas se transforman en esculturas movibles, lo que hace en el MoMA.

El museo revive asimismo su famosa performance "Cut piece" (1964), en la que Yoko, con un hermoso vestido, invita al público a tomar unas tijeras y a cortarle la ropa.

Libro clave e "Imagine"

Pero es la obra escrita de Yoko tal vez su capítulo menos estudiado y más relevante en su hacer adelantado a sus tiempos. Y en particular su libro clave es "Grapefruit", que reúne sus instrucciones o sugerencias para hacer pintura (más gráfica y objetual), objetos, eventos, cine, música, poesía, y que reeditó ahora el MoMA, en su versión original de 1964.

El mítico volumen, en apariencia irónico y hasta delirante -traducido al castellano, y ahora disponible en inglés en Thames&Hudson- consiste en un texto con dibujos y poemas sintéticos, minimalistas en los que prima una agudeza, refinamiento y sencillez recurriendo a los haiku japoneses y también con un "humor flash sobre el budismo zen".

Yoko escribió allí más de 100 instrucciones, como si fueran partituras mentales, para realizar una determinada acción, pintura, música, danza, cine y conciertos mentales. Indica que son "Acciones que -al ser leídas- son primero para ser imaginadas". En una elección casi al azar de ese sorprendente libro nos encontramos con instrucciones como:

"Pieza en edificio para orquesta":
Ir de una habitación a otra
Abriendo y cerrando cada puerta
No hacer ningún ruido

"Pieza secreta":
Decidir qué nota se desea tocar

Tocarla con el siguiente acompañamiento:
Los bosques de 5 a 8 de la mañana, en verano

"Pieza de pieza":
Cuando se necesita una pieza, conseguir una persona en vez de una pieza Vivir en ella

Hay instrucciones para "Pieza de goma" o "Pieza de confusión". Los temas que aborda y hace después (y muchas de las acciones e instalaciones del arte conceptual) toman su inspiración allí.

El museo dedica toda una galería a "Grapefruit", cuyo nombre es también una metáfora de la incorporación y cruce que la japonesa realiza allí de las filosofías de Occidente y Oriente.

John Lennon -que prologó la primera edición- reconoció que su célebre composición "Imagine" habría tenido una inspiración en el libro "Pomelo". El ex Beatle aseveró: "Mucho en 'Imagine' -letra y concepto- vino de Yoko, en aquellos días yo era un poco más egoísta, un poco machista y en cierto modo omití su aporte. Pero salieron desde 'Grapefruits' un montón de frases donde escribe 'Imagina esto, imagina lo otro...' Reconozco la deuda que tenía hace tiempo".

Obliga a imaginar

Y entre las instalaciones surgidas desde allí, varias tienen que ver con el tema del cielo que a la artista le recuerdan el de Tokio. Una de ellas es "Ceiling painting", que consiste en una escalera que invita a trepar mentalmente y en cuya cima esperaba una lupa que ayudaba a leer la instrucción y a ver la pintura en el techo. Para el MoMA hizo una similar: "Para mirar el cielo", donde el público interactúa. Yoko plantea -ya a fines de los 50- que el espectador es quien debe completar la obra

La antología montó también su provocadora y emblemática "Media habitación" (1967), en la que todos los objetos, en tonos blancos, están reducidos a la mitad.

En tanto, hay una sala destinada a una particular obra musical: la "composición" que produjo con "Plastic Ono Band". Yoko decidió crear una banda que no tenía intérpretes y que podía, por tanto, trasladarse y acomodarse en cualquier lugar. Invitó a un concierto con la orquesta imaginada: para ese concierto, la actitud debía ser solo mental.

Pero en 1969, la banda imaginaria tuvo vida concreta y fue integrada por Yoko Ono, Eric Clapton, Klaus Voormann y Alan White. En esa sesión, ella apareció con una maleta blanca.


La muestra proyecta su cine de vanguardia. Participó en 19 títulos hasta 1972, como en la cinta "In Fly". Y su trabajo más "real" en música se reproduce en los discos que hizo con Lennon, que van desde el "puro collages  sonoro rokero-electroacústicos a una salvaje experimentación con el rock sicodélico, el grito primario", precisan. Ese que tanto molestó a los millones de seguidores de Los Beatles. Y que la veían (muchos la siguen viendo) como esa hippie inestable, más preocupada de una vida desenfrenada que del verdadero arte y de la buena música de Lennon. Y no como la artista visual adelantada a su tiempo, según reconoce el MoMA.

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