Un doble disco rinde homenaje al cancionero del ex Beatle, en el que participan una treintena de artistas de primer nivel, de todos los géneros y las generaciones, entre ellos un enorme Bob Dylan
Todo el mundo quiere ser Paul McCartney. Al menos un día, cualquier músico del planeta querría soñar con un repertorio como el que escribió el ex Beatle, y poder sentir como propias las canciones que han marcado a millones de personas durante décadas. Qué canciones, qué cantidad de registros, qué delicado equilibrio el que guardan dentro los temas que compuso, quizá los más brillantes junto a Lennon, pero muchos otros después de su ruptura artística. Por eso, para sentirse un día como Macca, una avalancha de artistas quisieron participar en «The Art of McCartney», un doble disco de homenaje a la trayectoria –y no siempre la más evidente– del artista. Billy Joel, Bob Dylan, Brian Wilson, Willie Nelson, Roger Daltrey, The Cure, B. B. King, Kiss, Dr. John, Alice Cooper, Cat Stevens, Chrissie Hynde... hasta 34 artistas de primer nivel participan en un trabajo que abarca desde la creación más temprana a la más actual del genio de Liverpool, y que se edita acompañado de un DVD en el que algunos protagonistas cuentan sus vivencias con la obra de McCartney.
Con James, el hijo del Beatle
Al comando de las operaciones de este homenaje ha estado Ralph Sall, productor de un trabajo que tardado diez años en concluir, «básicamente porque no pensé que tanta gente iba a estar interesada en participar en él y porque cuesta trabajo encontrar el hueco para que las estrellas entren en el estudio». No era la única condición: «Hace falta valor. Sólo llamé para participar a artistas que admirase y que tuviesen el valor suficiente para enfrentarse a una versión de McCartney. Son canciones en apariencia sencillas pero muy complicadas de ejecutar», señala Sall en conversación telefónica. Para que todos los temas tuvieran un acabado similar y próximo al del ex Beatle, la base instrumental ha estado grabada por la banda habitual de Macca en su carrera en solitario. Además, cuenta con un músico especial: James McCartney, hijo del maestro, que canta junto a The Cure en su aproximación a «Hello Goodbye», un tema de la época infalible de The Beatles.
Hay momentos estelares en este doble disco, como el cruce de caminos entre artistas del pasado anterior a los Beatles. Willie Nelson grabó «Yesterday», un tema que él incluía siempre en su repertorio comentándole al público que pertenecía a una joven banda de country de Liverpool. Y no es poca cosa conseguir que suene nueva la que es, según el libro Guiness, la canción más radiada de toda la historia. Y de un blanco de una generación anterior, a una mujer con un dulce resentimiento: Wanda Jackson, conocida como la Elvis femenina, grababa en Capitol Records cuando los insolentes músicos británicos irrumpieron en la escena americana y pasaron a ser distribuidos por el mismo sello. «Fueron tiempos duros para todos los demás artistas de la compañía, porque todos los esfuerzos se destinaban a ellos, así que mi opinión no podía ser en ningún caso muy buena. ¡No podía ni sacar un single! ¿Quiénes eran esos tipos que venían y nos dejaban con un palmo de narices?», cuenta Jackson, que ha vivido una reciente resurrección discográfica junto a Jack White y que ha cicatrizado todas las heridas antes de grabar «Run Devil Run», de McCartney.
También los Beatles estuvieron muy marcados por los artistas de raza negra y del sello Motown, y de ello deja constancia Smokey Robinson (con «So Bad»), así como la presencia de una figura genial y escondida de la música como Darlene Love, que formó parte de The Blossoms, The Crystals y Bob B. Soxx and the Bluejeans e ingresó en el Salón de la Fama del Rock. Love, una fan declarada de McCartney y compañía desde sus primeros discos, enloquecía con el «groove» del bajista y reinterpreta «All My Loving». Y B.B. King, que aborda «On the Way» como si él hubiera escrito la canción. «No se puede hacer de otra manera, es muy difícil intentar ser Paul McCartney y me pongo nervioso sólo de pensarlo», asegura el bluesman en el «making of».
También hay grupos que desde las antípodas –el heavy–, como Def Leppard (con «Helen Wheels») o Kiss (que graban «Venus and Mars / Rock Show»), encuentran anclajes en la música de Macca. Aunque los puntos álgidos vienen de parte de esos maestros escondidos en sus madrigueras. Como la participación de Bob Dylan, que es sencillamente genial. En primer lugar por la elección de un tema tan poco manido como «Things We Said Today», una cara B de «A Hard Day’s Night». Es una canción que McCartney escribió con 22 años y que, según la describe el historiador especialista en los Beatles Mark Lewisohn, es «de una madurez insólita. Narra desde el punto de vista de una persona de esa edad sus pensamientos. Imagina que, cuando sea mayor y mire atrás en el tiempo, recordará las cosas que dijo cuando su relación con una persona comenzaba. Y piensa que, llegado el momento de su vida en el que se comunica con esa persona sin palabras, siempre podrá recordar las cosas que se dijeron ese día concreto al comienzo de todo». Un tema absolutamente dylaniano, por otra parte, y en el que el de Mineápolis se vuelca con voz especialmente aguardentosa. «Dylan fue el único, por circunstancias que no requieren explicación, que pudo elegir la canción que quisiera», comenta Sall «sotto voce». Y eligió esa joya no tan conocida. También es llamativa la participación de Brian Wilson (The Beach Boys), quien se animó a grabar pese a su delicado estado de salud mental. Wilson elige «Wanderlust» y prueba que el dominio vocal, en cambio, lo mantiene intacto. No podían faltar Roger Daltrey en representación de The Who, quien grabó «Helter Skelter», un tema que Macca compuso, según su propio testimonio, motivado por la competencia de sus rivales. «Dicen que leyó una entrevista a Pete Townshend en la que afirmaba que los Who acababan de grabar el disco de rock más ruidoso de la historia. Su respuesta fue aquella canción. Lo curioso es que ningún historiador de la música ha logrado encontrar la entrevista a la que hace referencia McCartney, es decir, que puede que sólo estuviera en su cabeza...», explica. Barry Gibb (Bee Gees) interpreta, ahora que ha cumplido los 64, «When I’m Sixty-Four»; y hay cancha para los jóvenes como Jaimie Cullum, con «Every Night», y Corinne Bailey Rae, con «Bluebird». «Éste es un viaje por la carrera y la vida de un enorme escritor de canciones. Un agradecimiento, una carta de amor a Paul McCartney», señala Shall. Cualquier homenaje se queda corto.
«Medio Hall of Fame», sin los Stones
La pregunta flota en el ambiente. ¿Los Rolling Stones no estaban disponibles para participar? «Contacté con ellos, pero hay que pensar que, en los diez años que tardé en completar el trabajo, ellos han grabado sólo dos canciones», les disculpa Sall. «Habría sido la guinda, claro. Aunque hubiera sido con Keith (Richards) o Mick (Jagger). Pero las cosas van muy lentas y han tenido muchos compromisos y poco interés por entrar en un estudio», comenta el productor. Sobre las bandas jóvenes como The Strokes o Arctic Monkeys, Shall lo deja para un futuro trabajo. «En éste, nos hemos centrado en incluir artistas de categoría legendaria. Es una buena idea que podría hacerse, pero piensa que para este disco hemos reunido a la mitad del Salón de la Fama del Rock & Roll», asegura Sall.
Un mito en diez surcos
por Sabino Méndez
«With the Beatles» (1963)
Después del primer álbum de canciones pegadizas, es en este segundo trabajo del grupo donde, a través de composiciones como «All My Loving», McCartney da pistas de lo que será su estilo compositivo, con más dimensiones que el simple pop rítmico del debut de la banda.
«Hard Day’s Night» (1964)
A pesar de que firmaban todas las canciones de The Beatles juntos, los fans empezaban a atribuir a Lennon el tirón rítmico y a McCartney el sentimiento lírico. Paul se rebela contra esos estereotipos e inventa para este disco la irresistible y rítmica melodía de «Can’t Buy Me Love».
«Help!» (1965)
Las dos facetas de McCartney se combinan en dos temas de este trabajo: la luminosa «Ticket To Ride» y la evocadora y omnipresente «Yesterday». Aparecen las primeras humildes objeciones por parte de Paul de la facilidad con que Lennon se atribuye parte de su trabajo.
«Rubber Soul» (1965)
Cuando los Beatles empezaron a trabajar con el soul negroide se podría pensar que esa dirección favorecía más al rítmico Lennon que al melódico McCartney. Pero Paul supera ese aprendizaje con nota en «Drive My Car» y entrega otra melodía inolvidable en «Michelle».
«Magical Mistery Tour» (1967)
Stravinsky decía que el don de la melodía era lo más importante en música y el don de más difícil obtención. McCartney da una verdadera lección de poseerlo en las evocadoras «The Fool on the Hill» y «Penny Lane».
«Let It Be» (1970)
Tras un amago de rebelión de los demás miembros contra la tiranía compositiva de McCartney, The Beatles se resquebrajan. Pero en su despedida, Paul aún demuestra estar en la cumbre de su dominio de ritmo y melodía con las clásicas «Get Back» y «Let It Be».
«Live and Let Die» (1973)
McCartney recibió el encargo de una banda sonora para James Bond. Era difícil innovar las clásicas sonoridades de John Barry sin salirse del efecto de suspense. Pero demostró su genio y maestría consiguiéndolo con un uso hábil del contratiempo, recurso presente ya en la saga.
«Band on the Run» (1974)
Con Wings, la banda que fundó para superar la depresión post-Beatle, se va grabar a Nigeria para empaparse del ritmo negro. Un trabajo profesionalmente impecable que anuncia al futuro McCartney: más preocupado por la forma que por la espontaneidad.
«Pipes of Piece» (1984)
Durante los 80 colaboró con las figuras más exitosas de la música negra (Stevie Wonder, Michael Jackson), como si intentara superar el viejo complejo que le atribuía más dotes para la melodía que para el ritmo. Pero la liviandad mozartiana le surgía en temas como «Say, Say, Say».
«Ferry ’Cross the Mersey» (1989)
The Beatles nacieron de un movimiento llamado «merseybeat», la manera de tocar rock en las poblaciones inglesas del río Mersey. Con otro ilustre veterano, Gerry Marsden, graba un clásico de ese estilo. Y ahí delata de dónde viene el romanticismo de sus mejores melodías.
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