Es cierto que no se puede reducir la carrera de Los Mustang a las versiones deThe Beatles. En su etapa dorada llegaron a incluir en su repertorio recreaciones de temas que iban desde Simon & Garfunkel (“El ritmo del Silencio”) hastaScott McKenzie (“San Francisco”), pasando por The Turtles (“Los dos tan felices”), Manfred Mann (“Pretty Flamingo”) o The Walker Brothers (“El sol no brillará nunca más”), además de las italianas y las francesas. En total fueron 24 EPs en un período de cinco años entre 1963 y 1968. Cincuenta discos y más de ciento cincuenta canciones. Gran parte de ellos grabados en dos pistas: instrumentos y voz.
Algunas de estas versiones tienen, escuchadas cincuenta años después, el encanto de ser una puerta abierta a los sonidos que venían de la otra parte de los Pirineos. También el encanto de respirar un aire en gran medida más limpio, menos contaminado, donde parecía que surgían cosas verdaderamente nuevas en la música pop. Pero, además, en sí mismas tienen un valor especial, ya que al igual que los otros grupos que hacían grandes versiones a mediados de los sesenta, como Los Salvajes, Lone Star o Los Gatos Negros, consiguieron aproximarse al original con gran naturalidad.
El secreto radicaba en dos factores, por un lado la formación enriquecida deLos Mustang gracias a la incorporación de dos miembros de Los Sírex, el cantante Santiago Carulla y el batería Antonio Mier, que los dotaron de un formato quinteto adecuado para el que iba a ser su cometido principal: versionear a The Beatles unas semanas antes de que saliera el original. Esta especie de banco de pruebas puesto en práctica en España por la poderosa EMI hizo que se escuchará aquí antes que en ningún otro sitio las canciones de los fab four. Los mismos Beatles dieron el visto bueno a este experimento, cuyos resultados en ventas fueron espectaculares. Jordi Sierra cifraba en 130.000 el número de discos vendidos de “Submarino amarillo” en 1966, mientras que la original no alcanzó los 30.000.
El segundo factor fueron las letras adaptadas al castellano -cuando no creadas de nuevo- de manera más que notable por Marco Rossi, que fue el primer solista de Los Mustang junto a Antonio Mercadé a la rítmica y Miguel Navarro al bajo. Rossi siguió en el grupo ya como quinteto hasta 1968, que pasó a ocuparse del management. Fueron cinco años extremadamente prolíficos y llenos de éxito para una banda que si bien no componían apenas, consiguieron mantenerse en la cúspide de la fama durante un lustro sin bajar el nivel. Sólo recordar que “Conocerte mejor”, la versión del “I should have know better” de The Beatles llegó a vender en 1964 más de 80.000 copias. Una discografía la de Los Mustang que merece ser revisitada desde sus inicios en 1962, cuando con “Quinientas millas” y “No lo ves” fueron capaces de llamar la atención en Francia y ser invitados a un programa de televisión galo. Auténtica prehistoria del pop español. Ah, ese tal “J. Córcega” que firma arreglos por doquier en los discos de los sesenta no es otro que Antonio Ribé, entonces director de La Voz de su Amo. Tal estratagema, que no era novedosa en la historia de la edición ni mucho menos, fue una muestra más del mimetismo con el que se copiaba lo que venía de fuera, lo bueno y lo malo. También las artimañas mafiosas de la industria discográfica fueron practicadas entonces con no desdeñables beneficios.
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