Aquí os dejamos la historia de Javi, un exiliado en Japón que vio a Paul McCartney en Osaka.
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Mi nombre es Javier
Serrano. Vivo en la ciudad japonesa
de Kobe desde 2004, donde me dedico a la enseñanza del español.
Desde que era muy jovencito empecé a escuchar
a The Beatles. Ya estando en el instituto
comencé a aprender a tocar
la guitarra (a intentarlo al menos) y así conocí a grandes amigos, alguno de
ellos incluso acabó dedicándose a esto de la música de algún u otro modo. Por
aquel entonces algún Escarabajo (me
refiero al popular grupo sevillano)
también influyó en mí para que los Fab Four se metieran en mi vida con más
fuerza.
En Sevilla
había por aquellos
años (los primeros
90) muchos grupitos
que versioneaban a
The Beatles, además de un modo más que decente. También yo tuve el placer de hacer lo propio (como uno buenamente podía) con
mi grupito, moviéndonos por los baretos sevillanos de la época. Días de melenas
y gafas redondas...
El tiempo pasó y el destino
me trajo a Japón, con mi estado civil cambiado y compartiendo mi vida con una
japonesa, curiosa analogía.
Nunca he dejado de escuchar a The Beatles, siempre que aquí tengo la ocasión de ver a alguna “copy band”, que es como en Japón
llaman a las “cover bands”, me acerco para echar un vistazo. Otras veces me
meto en un estudio con los colegas para tocar,
y gran parte del repertorio son temas de los de Liverpool.
Este año, allá por el mes de julio, se anunció que la gira Out There
incluiría conciertos en tres ciudades japonesas: Osaka (1 día), Fukuoka (1 día) y Tokyo (3 días). Kobe está a menos de media hora en tren de Osaka. De
modo que rápidamente traté de informarme del
sistema de venta de entradas. Y ahí vino la primera
decepción: para este tipo de eventos hay que entrar en sorteos.
Hasta tres veces me fueron denegados los tickets.
El sistema
es sencillo: uno abre una cuenta en Pia, la compañía que se encarga
de la
distribución de boletos,
luego acepta el pago de las entradas
en caso de ganar el derecho
a ellas en el sorteo,
y hecho esto solo cabe esperar y cruzar los dedos. Pero, como decía, me fueron denegadas. Yo
aspiraba a dos entradas del tipo S (122 euros cada una). Posteriormente traté de comprar
tickets más baratitos: del tipo A (107 euros) o B (92.5
euros). Pero esto ya había que hacerlo
a través de un operador, por teléfono. Recuerdo que el día que se pusieron
a la venta las entradas
era un sábado y todo comenzaba a las
10:00. En tan
solo 15 minutos se habían vendido todas...
Traté de olvidarme del tema, aunque no dejaba de
preguntarme por qué razón los organizadores del
Tour no ampliaban el número de actuaciones (algo muy normal en
Japón) ante tanta demanda.
Un día llegué a casa desde
el trabajo y me encontré una curiosa nota que mi mujer dejó sobre la mesa, con
un dibujo de Paul y un mensaje que decía: “¡vamos a ver a Paul!”.
Sí, habían decidido hacer una actuación
más en Osaka y esta vez sí tuvimos fortuna
en el
primer sorteo. Así conseguimos dos entradas S para el primer concierto
de la gira. Y eso, amigos, es un chute de euforia.
El concierto era el día 11 a las 19:00 horas en el Osaka Kyocera Dome,
un estadio de béisbol cubierto que es con frecuencia escenario
de grandes eventos. Allí he podido disfrutar de
la música de grandes como Simon & Garfunkel, entre otros.
Llegamos con una hora de antelación, tiempo más que suficiente si tenemos en cuenta la
organización con la que en Japón se llevan a cabo estas cosas.
Por la zona pululaban
japoneses de todas las edades,
aunque es cierto que predominaban
los que rondan la cuarentena y la cincuentena. Me encantó ver a algunos padres
acompañados por sus hijos, muchos de ellos con el uniforme de la escuela.
Ya saliendo de Kobe (el tren que lleva al Kyocera Dome va directo)
se podía adivinar
quiénes de los que estaban en el vagón iban al concierto.
Y alguno incluso susurraba comentarios a sus acompañantes
acerca de la camiseta que yo llevaba, con el letrero de Abbey Road, una
serigrafía que yo mismo hice hace un montón de años tras visitar los estudios
EMI de Londres con un par de amigos, vimos los precios de las que por allí
vendían y les dije que tendríamos las nuestras propias.
Al entrar en el Dome quise comprar algo en la tienda de “goods”, pero las colas eran
impresionantes (los precios
de los artículos también... camisetas a 30 euros, por ejemplo). Una vez
encontrados nuestros asientos, allí en el segundo anillo de la grada y en el
lateral derecho (algo lejos pero con buen ángulo y en la primera fila)
estuvimos escuchando temas de The Beatles
que un popular DJ local iba intercalando. Mientras tanto las dos
enormes pantallas que flanqueaban el escenario iban proyectando imágenes de
todas las épocas del artista. Todo ello hasta que de repente sonaron unas notas de “The End” y en las pantallas se fue formando poco a poco el bajo Hofner de Paul. Las luces se apagaron y un hombre entró en escena...
Reconozco dos cosas: una que no soy de los que lloran viendo
cine, de hecho
no
recuerdo haberlo hecho
nunca, pero la otra es que en esta ocasión me sorprendí con los ojos inundados
al escuchar los primeros compases de Eight Days a Week, canción que abría el espectáculo.
La lista
de canciones os la muestro
a continuación (a lo largo
de la gira suele haber
ligeras variaciones, pues el repertorio es impresionante):
Setlist:
Setlist:
■ Eight
Days A Week
■ Save
Us
■ All
My Loving
■ Listen To
What The Man Said
■ Let
Me Roll It
■ Paperback
Writer
■ My Valentine
■ Nineteen
Hundred And Eighty Five
■ The
Long And Winding Road
■ Maybe
I'm Amazed
■ I've
Just Seen A Face
■ We Can Work
It Out
■ Another
Day
■ And
I Love Her
■ Blackbird
■ Here Today
■ New
■ Queenie
Eye
■ Lady
Madonna
■ All Together
Now
■ Lovely
Rita
■ Everybody
Out There
■ Eleanor
Rigby
■ Being
for the Benefit of Mr. Kite!
■ Something
■ Ob-La-Di,
Ob-La-Da
■ Band
on the Run
■ Back
in the U.S.S.R.
■ Let
It Be
■ Live And Let Die
■ Hey
Jude
Encore:
■ Day Tripper
■ Hi,
Hi, Hi
■ Get
Back
Second Encore:
■ Yesterday
■ Helter
Skelter
■ Golden
Slumbers / Carry That Weight /
The End
Un sueño cumplido y en mi cabeza no hay más que su música desde entonces. Imagino que más o menos algo así es lo que
se denomina experiencia mísitica.
Paul McCartney estuvo muy activo, casi tres horas de concierto
sin pausa, y simpático
con el público japonés,
incluso se atrevió
a chapurrear el japonés y soltó algún que otro vocablo del dialecto de Osaka. 71
años tiene... ¿Quién lo diría? - Javier Serrano
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