Sí, la colección de estándares pre-rock (Kisses on the bottom)era encantadora. Pero a los 71 años Paul McCartney ha vuelto, por fortuna, a la música de la eterna juventud. Grabado con un grupo de productores de primera, que incluyen al retro-modernista Mark Ronson, al peso pesado británico Paul Epworth (Adele) y a Giles (hijo de George) Martin, New suena lleno de energía y festiva inventiva rock & roll. Más que un viaje sentimental, es un álbum que quiere formar parte del diálogo del pop en el siglo XXI.
El tema más Beatles es On my way to work, producido por Martin, cuya historia recuerda a A day in the life; el más atrevido es Queenie eye, una canción de estadio con rollo glam-rockero. Pero la que más sorprende es Early days, un melancólico ensueño, casi enteramente acústico, que recuerda a All those years ago, de George Harrison, aunque con refinada mala leche, supuestamente referida al pasado de Paul como beatle: “Todo el mundo parece tener su opinión/ sobre quién hizo esto y quién hizo lo otro”, canta, “pero en lo que a mí respecta, no sé cómo se pueden acordar/ si no estaban donde había que estar”.
Las colaboraciones con Ronson son los mejores momentos, poniendo la línea divisoria entre el entonces y el ahora: New, de aires Sgt. Pepper’s, y Alligator, que baraja las guitarras del Álbum blanco con un ambiente de synth-pop. “Necesito un lugar donde pueda descansar mis maltrechos huesos y tener una conversación no muy profunda”, canta McCartney en la última, que suena a típico McCartney. Pero, demonios, si es así de pegadizo, nos apuntamos.
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