domingo, 23 de junio de 2013

Peón y rey: un nuevo juego

Le digo a Sebastián Casafúa que la nota debería titularse: "Me identifico con Pete Best aunque soy el uruguayo que recibió a Paul McCartney", porque él fue el primero en estrechar la mano del Beatle cuando llegó a Uruguay, porque trabaja como jefe de logística de varios shows, es profesor de inglés y antes, cuando estaba en los 20 y empezó a integrar bandas, vendía viajes.
También estudió Relaciones Internacionales y dibuja, "el logo de los 100 años de San Javier, lo hice yo." Esta charla es sobre el disco que lo devuelve a la música, Las causas del siniestro, que entre sus canciones tiene una para el pobre de Pete Best.

-Tu última banda, Psimio, surgió en medio de la explosión del rock nacional, ¿fue fácil empezar en ese momento?

-Fue facilísimo. Hay que contextualizarlo: nosotros éramos 10 años más chicos, teníamos esa inocencia de "somos una banda de rock y nada puede detenernos", y había una coyuntura favorable, de empresas privadas que ponían dinero, concursos de bandas, festivales, lugares para tocar. Se dio la situación de que un jurado consideró que Psimio debía ganar el concurso de Pepsi y a partir de ahí fue un disparador. Estábamos en el momento correcto digamos, pero duró poco tiempo esa efervescencia, cuatro o cinco años.

-Dijiste estar desilusionado con la actual movida de rock.

-No sé si es desilusión, un poco cansado capaz, avejentado puede ser la palabra. Yo soy el que menos se puede quejar, estoy sacando un disco, la gente me está dando bola, la prensa me hace notas, la situación mía es la de un porcentaje muy chico de personas que ni siquiera tienen acceso a grabar inclusive. Pero veo que hay poca renovación en la escena, no porque no haya propuestas sino porque las propuestas que están llegando al público en general vienen siendo las mismas desde hace 20 años. Y la gente que se queda solo con eso se está perdiendo de cosas muy buenas, y no hablo de mí, hablo de gente mucho más chica, que la pelean desde internet. No es decepción, es que lo veo desde otra perspectiva, el entusiasmo es el mismo o más, sacar un disco te renueva los bríos de salir a pelear. No tengo 25 años, estoy más cerca de los 40 que de los 30 y me lo tomo todo con una templanza y madurez que me interesa.


-Se está dando de varios frontman de bandas que ahora retoman su carrera en solitario, ¿crees que hay algún motivo común?

-Los motivos coincidentes son: nuestro objetivo era hacer música más allá de que integrar una banda es divertido, tenemos un ego lo suficientemente grande para considerar que hay otra gente que le interese escucharnos y un tema de coyuntura. No están habiendo dentro de Montevideo y mucho menos en Uruguay, ámbitos donde puedan tocar bandas con el sonido acorde, con una logística adecuada. Como no hay lugares, lo que se puede hacer es salir con la guitarra a tocar en ómnibus, boliches, librerías, como hice yo…capaz que recién ahora, de a poco, se está formando algo de nuevo.

-¿Te parece que este disco es un cambio radical con respecto a lo que venías haciendo?

-Yo no lo veo como un quiebre. Este hubiera sido un disco de Psimio.

-¿Y el cambio en la forma de cantar?

-Eso sí. Me tomé dos años para grabar el disco con períodos "on" y "off", digamos, porque me fui de viaje o por meses no grababa, y a Max Capote (productor) también le vino bien. Tuvimos tiempo de probar mucho, uno de los resultados más buenos de esa metodología fue la forma de cantar, me hizo susurrar en todo el disco.

-¿Eso cambió las canciones?

-Mucho. De como yo las tenía concebidas a como quedaron registradas crecieron en expresividad y sentimiento, viste que son canciones que tienen una fuerte dosis de sentimiento.

-Cuando hablás de estas canciones solés hacer referencias cinematográficas, ¿reconocés al cine como un origen de tus letras?

-Leo mucho, veo películas, veo videos, leo revistas; soy un ávido consumidor de información muchas veces innecesaria. Sí me sucede que estoy mirando una película y hay un par de escenas, un par de diálogos o situaciones que me llaman la atención y lo anoto en mi libretita y a partir de ahí empiezan a surgir ciertas ramificaciones que disparan la letra. Lo mismo con los libros, estoy leyendo a un autor equis y el tipo tira un concepto o una frase o dos o tres palabras raras…me gustan las palabras raras. El disco está lleno…

-¿Por ejemplo?

-"El aire es una membrana", (me da vergüenza citarme), o "aleluyas que carecen de pasión", cosas así.

-Poético...

-Sí, me encanta no caer en los lugares comunes de las letras y no quiero decir que sea bueno o malo pero evito decir "me caí borracho en un bar a las cinco de la mañana." Sin duda la mayoría de las canciones están disparadas por alguna frase, algún disco o alguna película, alguna conversación ajena que después la asocio con una situación personal y de esa intrincada trama terminan saliendo temas.

-¿Sentís que estas canciones están entrelazadas entre sí?

-Sí, partiendo de la base que el disco se llama Las causas del siniestro, título que engloba bien el sentimiento del disco, que tiene un trasfondo un poco oscuro. Mucha gente me dice, "pero si sos un tipo para arriba" y bueno, capaz que puedo ser un loco feliz porque tengo una válvula de escape que es escribir esas otras locuras. El disco tiene una oscuridad conceptual que está buenísima, en las letras, en la estética sonora, tiene una cosa medio nostálgica. El otro día escribí una frase para una futura canción, algo así como "encuentro la belleza en la tristeza" y es eso: hay cierta belleza grisácea en el disco y está bien, lo asumo y no por eso soy un loco para abajo.

-Es montevideano.

-Sí, en ese sentido. De hecho los artistas que me gustan suelen tener un buen manejo de la tristeza.

-Hay dos personajes extraños entre tus canciones, ¿Kasparov es un homenaje a tu origen en San Javier?

-Mi familia era la única no rusa de San Javier. Me vine a Montevideo cuando tenía un año, sin embargo vuelvo todas las vacaciones de mi vida porque hay afectos (abuelos y primos), gente rarísima y un río hermoso. Para mí era lo que yo imaginaba que era Rusia, me daba vueltas en la cabeza desde niño la imagen de Kasparov y Karpov, dos ajedrecistas rusos que se batían a duelo en un deporte de inteligencia, en plena Guerra Fría...esas cosas de niño que quedan, la foto en el diario de estos hombres y todos los "ov" de San Javier a quienes nunca les di bola derivaron en una canción que se llama Kasparov y habla de un tipo que decide tirarse de un edificio, una decisión muy estratégica en la vida, como un partido de ajedrez.

-Y está El gospel de los que no creen en nada, para Pete Best.

-¡Todos somos un poco Pete Best! Está bueno ser un poco antihéroe y me gusta esa imagen.

-¿De tipo oscuro?

-No. Vos ves a los dos Beatles que quedan vivos y están enteros…te doy una pista que no es para la nota: yo soy la persona que cuando Paul McCartney bajó del avión le dio la bienvenida a Uruguay.

-Esto va en la nota.

-No, no va. Bueno, ponelo si querés. Ese año fue muy Beatle. Yo fui el jefe de logística del show, afortunadamente laburo muy bien en shows grandes y por eso puedo pagar la grabación de un disco. Empecé a estar en contacto con sus managers, con su seguridad y con su amigo de confianza que viaja con él, un amigo de toda la vida que no tiene otra función que ser su aguanta cabeza. Yo era su persona de confianza y me pidieron que lo recibiera.

-¿Y esta canción ya existía?

-Sí, estaba grabada. Pete Best hoy es un tipo pelado, gordo, no pega una tocando, pero es el tipo que tocaba con Los Beatles, y esa imagen del decadente…todos nos parecemos mucho más a Pete Best que a Paul McCartney. Yo estoy identificado con él, no quiero identificarme con McCartney.

-Es el titulo: "Me identifico con Pete Best aunque soy el uruguayo que recibió a Paul McCartney."

-Es que estaba divertido hacer una canción con eso del cine catástrofe, muchas cosas sucediendo, pájaros con alas de gillete y un Pete gordo y viejo, de alpargatas y shortcito de Harrington viendo todo. La melodía y la combinación de acordes era muy Beatle, cerraba por todos lados. Max quería que fuera el corte de difusión pero yo creí que era mucho más honesto Kasparov que esta humorada, me encanta como quedó esta canción, hasta pensé en ponerle así al disco. Es como que esa ambición que teníamos a los 20 de "somos la mejor banda del universo y nadie me puede parar", se diluyó y se transformó en una cosa mucho más sana, que fue "sigamos haciendo música", tocando para 10 ó 60 ó 500, para los que sean. Y si en un momento se da cierto éxito, para mí escribir canciones y grabar un disco ya es un éxito…Qué bien que suena...

-Y así termina la nota.
Mariángel Solomita 

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