lunes, 25 de marzo de 2013

The Beatles, a 24 Fotogramas por segundo

The-beatles-love-me-do
Se cumple este año medio siglo de esa aventura irrepetible que fueron The Beatles, por quienes, no puedo ocultarlo, siento verdadera admiración desde donde alcanzan mis recuerdos. Seguramente fue una conjunción también irrepetible algo único en un momento único.  Podría contar mil y una cosas sobre The Beatles, pero como este es el blog de Días de Cine, nos centraremos en lo que nos toca, es decir, el cine, donde tanto de forma directa como indirecta, también causaron estragos.
    Apenas acababan de iniciar su reinado en el mundo del pop cuando surgió la idea de hacer un film con aquellos melenudos. No era nada novedoso, el referente inmediato eran las insulsas películas al estilo de las de Elvis, que, todo hay que decirlo, fue rechazado por los mismos Beatles.
Reyes de la modernidad, en aquel lejano 1964, el escritor Alun Owen fue el encargado de escribir un guión en el que cada Beatle quedara fielmente reflejado, y en el que se reflejaba, también fielmente, el loco mundo de aquello que se llamó beatlemanía.
             Richard Lester, norteamericano residente en Gran Bretaña, fue el encargado de dirigir aquella película de bajísimo presupuesto que corría prisa en estrena porque, la verdad, incluso en medio de un éxito sin precedentes, nadie daba un penique por que los Beatles durasen más que unos meses.
             El resultado de aquella aventura fue un falso documental, que hacía un uso exahustivo de los recursos formales de la nouvelle vague y el free cinema, además de constituir el punto de partida para toda la industria de lo que hoy conocemos como videoclip
¡Qué noche la de aquel día! presentaba un supuesto día típico de los Beatles por aquellos tiempos, y entre locura y locura, asistíamos con la ligereza aparente de las grandes obras, a una irónica, lúcida y mordaz crítica al mundo del espectáculo, a las fans, a los agentes artísticos, al ya por entonces absurdo y frívolo mundo de la televisión, ah, y también a los eternos valores británicos. Todo ello con una curiosa mezcla de slapstick, hermanos Marx y las vanguardias cinematográficas de la época.
             ¡Que noche la de aquel día! Resultó ser un gran éxito, y por supuesto, ahora lo sabemos, los Beatles sobrevivieron a aquel año del 64, de modo firmaron un acuerdo con United Artists por dos films más.
             El primero de ellos, Help, quiso ser diferente de su rompedor predecesor. Para esta ocasión se eligió parodiar las películas Bond, de las que ya se llevaban algunas entregas, y ya por entonces exitosas y exóticas. Rodada en color, y dirigida de nuevo por Richard Lester, Help era una alocada comedia a la que hoy se puede calificar justamente de pop, aunque en su día pareciese menos redonda que su predecesora.
             En Help asistíamos a una absurda trama en la que una secta india trata, incansablemente,  de hacerse con el anillo de Ringo, que necesitan para consumar un ritual de sacrificio humano. El pobre Ringo, y los Beatles detrás, recorrían el mundo huyendo de aquellos fanáticos tan tremendamente torpes como divertidos. Entre escenario y escenario se iban desgranando las canciones compuestas para la banda sonora, y cuya puesta en escena, constituía ya un auténtico manual de estilo para el 90 por ciento de los videoclips.
             El color reflejaba el espíritu de la época, y daba el brillo necesario a un film en el que se ridiculizaba sin compasión al glorioso Imperio Británico. Las canciones sonaban gozosas y además, había muchas carcajadas. Help fue un gran éxito de público, aunque la crítica no quiso sustraerse al resplandor de ¡Qué noche la de aquel día!
                      En otro terreno, ya en 1965, un documental dio fe del primer concierto de rock en la historia ofrecido en un estadio:
 En lo que a cine de ficción se refiere, Los Beatles decidieron, ingenuamente, que ellos mismos serían los responsables de su siguiente film. Con "Magical Mistery Tour", rodado en tan solo 8 días, los Beatles denostaron que todo lo que sabían de hacer buenas canciones lo desconocían del cine.
 Una trama infantil y psicodélica, y un rodaje en 16 milímetros dieron como resultado un mediometraje destinado a la televisión que fue blanco de las más duras críticas.
 Por una vez, los críticos tuvieron razón, porque la película era un despropósito formal y de fondo, aunque hoy, 45 años después, tiene el valor documental de cualquier imagen de los Beatles, ya sea vestidos de brujos o de frac blanco, además de la puesta en escena de temas fundamentales en la discografía de los Beatles como I´m de walrus.
             Tras el varapalo de Magical Mistery Tour, Yellow Submarine supuso una revelación. Originalidad, frescura y vanguardia inundaban aquellos dibujos que recorrían en sus muchos recovecos buena parte del universo de la cultura popular del siglo XX.
             El punto de partida para Yellow Submarine fue, aparte de la canción del mismo título, los 39 capítulos de la serie para televisión de dibujos animados que Al Brodax dirigió en el año 65 para la ABC.
             A diferencia de sus otros films, Los Beatles se mantuvieron relativamente al margen de la producción. Al Brodax  escribió el guión junto con Eric Segal, confiando la dirección a George Dunning. De la dirección artística se ocupó el diseñador aleman, Heinz Edelmann. Un reducido equipo de animadores dio forma a aquel mundo mágico, Pepperland, y todos los increíbles sucesos que por aquel escenario sucedían. Siendo como eran aquellos días de amor universal y pacifismo, Yellow Submarine aparece como el perfecto espejo de un mundo ya desaparecido.
             Se acababa la década, y con ella, aun sin saberlo,  Los Beatles, quienes en un último esfuerzo, decidieron rodar un documental, de nuevo germen de toda una forma de contar en el futuro la crónica de un grupo de rock.
 Aquella aventura, la del intento de The Beatles por recuperar la frescura perdida en los estudios, y el placer de tocar en directo se iba a llamar Get back, aunque acabó siendo Let it be.
 De sabor amargo para los fans, por las evidentes desavenencias en pantalla entre los mismos Beatles, pero también con la magia irrepetible de aquel improvisado concierto en la azotea de Apple que tuvo lugar el 31 de Enero de 1969, mil veces imitado después.
 Después, ya se sabe, The Beatles se separaron, esa, sin duda, es otra historia. Muy recordada, y muy poco vista es aquella aproximación que un joven Robert  Zemekis hizo a aquel momento clave para la historia de la música en Estados Unidos que fue la primera actuación de Los Beatles en el Show de Ed Sullivan. Aquí se llamó “locos por ellos”, su título original “I wanna hold your hand”, que evocaba a la canción con la que The Beatles conquistaron América. Como curiosidad, años después reconoció Bob Dylan que en su momento, 1964, no podía quitarse esa canción de la cabeza, pero que le costaba mucho reconocerlo, porque, se suponía, Los Beatles eran un conunto para “teenagers”.
 Se han hecho documentales sobre John Lennon y sobre George Harrison, incluso un biopic sobre la juventud rebelde de John Lennon, la muy estimable Nowhere Boy. También una película sobre un supuesto y mítico encuentro en 1974 en Nueva York entre John Lennon y Paul McCartney, de título, “Two of Us”.
 Tras el mastodóntico documental para la televisión “Anthology” de 13 hoiras, poco quedaba por decir ya. Sus canciones forman parte del imaginario colectivo de medio mundo, y han ilustrado muchos momentos cinematográficos, aunque todo hay que decirlo, las canciones Beatles se cotizan las más caras del mercado. El uso en un capítulo de la quinta temporada de Mad Men de “tomorrow never knows” batió recientemente todos los records de pago de derechos: 300.000 dólares.
 Es por ello comprensible que haya sido más habitual el uso de versiones de aquellas canciones eternas para dar forma a la banda sonora de algunas películas, desde aquella lejana “todo esto y la segunda guerra mundial” o aquel despropósito que fue “Sgt Peppers Lonely Heart´s club band”.  Mucho mejor el resultado en “Yo soy Sam”, a “Across the universe”, musical moderno que cuenta la historia de Jude y Lucy, sus protagonistas, y todos aquellos que les rodean, a través de las canciones (magníficamente versionadas) de Los Beatles.
 Nos despedimos, y no encuentro nada mejor y más vitalista que aquel final de “Yellow submarine”. Hoy más que nunca, “all together now”
@Gerardo_DDC

No hay comentarios:

Publicar un comentario